Nueva Actividad: Club de Lectura
Miércoles 5 de junio en la sede CINA – 19:30 h.
CLUB DE LECTURA: El grupo de Brontosailors, en colaboración con CINA, ha organizado un Club de lectura al que estáis invitados todos, siendo esta una actividad abierta a cualquier asistente. El Club de lectura estará dirigido por el brontosailor, cinero y gran navegante Víctor Simón.
Este es el año del centenario de la muerte de Josep Conrad, por lo que durante este año 2024 tendremos numerosas noticias y reseñas de su obra. Así que elegimos el Espejo del Mar como primera experiencia de este Club de Lectura. Nos reuniremos el 5 junio a las 19:30 h. en la sede del CINA (C/ General Diaz Porlier, 86, bajo).
Por favor venid con comentarios al libro.
Sobre el libro
El espejo del mar no es, en puridad, un libro de narrativa, tampoco un ensayo en sentido estricto y académico, y, por lo que respecta a la autobiografía, sería ir demasiado lejos afirmar que lo es. Pongamos que se trata de un libro híbrido, avant la lettre, en el que la vida del autor, a sus estrictos episodios biográficos, no nombrados de manera expresa, sino sólo aludidos o muy someramente contados (como las pistas que da de su contrabando de armas para los carlistas en la tercera guerra civil), marca el ritmo y hasta el tono de lo narrado: el mar o la fascinación por el mar, el porqué de algo que, más que pasión, es una necesidad urgente. Conrad entendería mal el conjunto de los avatares de su vida sin ese elemento natural cuya capacidad de destrucción es uno de los motivos de su irresistible atractivo, de ese doble movimiento del alma del Odi et amo. Cuando un libro como éste se convierte en uno de los llamados «de cabecera» podemos echar mano de la desmesura literaria de que, en nuestra calidad de lectores, nunca vamos a ser enteramente desdichados.
El espejo… fue compuesto durante una época difícil para Conrad: su obra de teatro One day more había fracasado y la redacción de Nostromo le robaba todas las energías. Así, estos textos, con su evocación de la vida marítima (que para Conrad seguía siendo una especie de primer amor) y de los años de juventud irresponsable, constituyeron una verdadera terapia. Conrad habla con la libertad de quien se confiesa, y no es de extrañar por eso que El espejo… sea rico en epigramas: «Las herramientas, igual que los hombres, deben ser tratadas con equidad para que muestren las virtudes que guardan en sí«. O bien: «¡Ver! ¡Ver! Ése es el anhelo del marinero, como lo es del resto de la ciega humanidad«.
Al final resulta que el libro, concebido como una serie de piezas menores, es en realidad una curiosa obra maestra. «No hay en él una sola página de estilo menor«, dice Juan Benet en el prólogo. Por supuesto, tampoco en el prólogo hay una página de estilo menor: Benet es quizá el mejor crítico de su generación, y sus notas sobre El espejo del mar aciertan tanto como su valoración de la traducción maravillosa de Javier Marías. El que Marías –caso único– volviera, 20 años después, a traducir el libro, sólo confirma el juicio de Benet, y el influjo poderoso del libro sobre sus lectores.