Foto 1: Los monis intentando abrir y cerrar baluma adecuadamente para que Andrés no les llamara la atención.
Clinic Atazar 2024: trapa, baluma y anécdotas para el recuerdo
Por Alex Alonso
Coincidiendo con el puente de Todos los Santos, del 1 al 3 de noviembre, 18 afortunados monitores tuvimos la suerte de asistir a un curso de formación de alto nivel en Vaurien en el Embalse del Atazar. Contamos con la presencia de un auténtico crack: Andrés Jiménez Fernández. Proveniente de Cangas (Pontevedra), y con un extenso currículum que impresiona, fue tres veces campeón del mundo de la clase Vaurien Junior en 2006, 2007 y 2008, ha participado en mundiales de Platu 25 y 470, y actualmente es el entrenador de la selección gallega de Vaurien.
Las «Master Class» de Andrés eran una joya: cada palabra, cada concepto tenía peso. Nos hizo ver la importancia de elementos que solemos subestimar, como la trapa y la baluma (algunos hemos soñado con trapas y balumas persiguiéndonos sin parar). Además, si algo nos quedó claro de todo lo que nos contó, fue que el Vaurien no se domina solo con el timón, sino que los pesos son esenciales para mantener la dirección adecuada y realizar unas viradas con balanceo de manual. Desde luego, Andrés puso todo de su parte para que aprendiéramos a detectar los errores y a corregirlos, hasta nos grabó para que viéramos cómo la liamos sin darnos ni cuenta…
Salió la flota de Vaurien del CINA al completo: los 6 barcos que ya tanto nos conocemos, más la nueva incorporación “Pinke” (un gran debut, por cierto), y dos Vaurien propios de otros cineros, en total, 9 Vauriens. Y a esta tripu de 18 monitores intentando dominar todo lo aprendido, hay que sumar la Zodiac, en la que iban Andrés y Juan de Arana, observando con detalle todos nuestros movimientos. El primer día no tuvimos mucha suerte con el viento, algo pudimos practicar, pero se quedó corta la navegación con todo lo que habíamos aprendido en la clase. Afortunadamente, el segundo y tercer día la cosa cambió; el viento se animó y pudimos practicar las maniobras que vimos, así como unas buenas salidas de regata y hasta izar el spi. Eso si, más concentrados en las preferencias y en los otros barcos, a más de uno se nos olvidó la baluma y la trapa, ¡y ahí estaba Andrés para recordárnoslo!
Todos tuvimos momentos para recordar; Edu, como siempre, el alumno aventajado, pero Raquel fue la que nos demostró cómo hacer unas buenas viradas con balanceo (¡esos vídeos tan didácticos van a quedar para la posteridad!). Y Chemi… no hubo triangulito entre la trapa y la escota que se le resistiera; se movía como pez en el agua. Cada uno aportaba su experiencia y buen humor, y eso hizo que el ambiente fuera una mezcla perfecta de aprendizaje y diversión.
Pero los días no acababan al salir del agua. Tras reponer un poco las energías comentando la jugada en el galpón (a partir de ahora conocido como el “almacén de los monitores; escoge el moni que más te guste”), o en El Lago, nos dirigíamos hasta Serrada de la Fuente para cenar como reyes. Allí, Nacho, el anfitrión del restaurante, nos trató de maravilla, con un menú casero espectacular. Especial mención merecen el tomate fresco, las croquetas variadas, y el caldito que resucitaba a los muertos. Si algo se puede afirmar es que nadie se quedó con hambre. Eso sí, las bebidas “extras” del primer día si que causaron revuelo con la cuenta… Y tras este manjar y el cansancio acumulado de todo el día, nos teníamos que enfrentar al camino de vuelta, que con la cantidad de curvas y la poca luz que había, tampoco hubiese sido mala idea acampar a medio camino.
Algunos nos hospedamos en dos apartamentos cercanos al Embalse y la mayoría en los bungalós del camping de Cervera de Buitrago. Los bungalós eran de madera, de estilo montañés y acogedores, con una terraza desde la que se veía el Embalse en todo su esplendor, sobretodo al atardecer, cuando el agua se teñía de colores rojizos. Eso sí, las literas de una de las habitaciones eran todo un deporte de riesgo. Los de abajo vivieron al límite, escuchando cómo crujía la estructura cada noche y rezando para que no se les cayera su compi mientras dormían. Una experiencia inmersiva en su totalidad.
Ha sido un finde intenso, pero muy divertido y valioso. Que, sin lugar a dudas, no hubiese podido ir tan bien sin la enorme implicación de varios monis expertos en organizar este tipo de cursos. Se merecen especial mención Mireia, Edu, Juan, Jorge, Mariano (y Andrés, por supuesto, que ya estamos desando que vuelva), que dedicaron su tiempo y esfuerzo para que este curso fuera un éxito. A todos los monis: ¡encuadrad todo lo que podáis, que participar en estos cursos es una oportunidad muy valiosa!